LEYENDA
DEL GIRASOL
Pirayú
era el cacique de una tribu residente a orillas del río Paraná. Mandó por otro
lado, era el cacique de la tribu vecina. Ambos hombres eran buenos amigos, y
sus pueblos vivían en armonía completa.
Mandió
un día quiso unir las tribu, y para esto le pidió matrimonio a la hija de
Pirayú. Éste le dijo que era imposible y le contó que ella no se casaría porque
había prometido su vida al dios Sol. Mandió no podía creer lo que escuchaba, y
Pirayú le explicó que su hija, desde niña, pasaba las horas mirando al sol.
Solo vivía para él. Los días nublados, los pasaba triste. Mandió se fue, lleno
de rabia.
Pasaron
los días, y Carandaí hija del cacique, navegaba contemplando al Sol. De pronto
vio fuego en su aldea y fue hasta la orilla, cuando de pronto barras de madera
le impidieron el paso. Mandió le dijo: “Tendrás que pedirle a tu dios que te
libere”. La joven desesperada aclamó: “Cuarahji, mi querido sol, no permitas
que Mandió termine con mi pueblo y conmigo”. En ese instante, la joven se rodeó
de potentes rayos que la hicieron desaparecer.
En ese
mismo lugar, brotó una planta hermosa con una flor dorada que siguió siempre,
para toda la eternidad, mirando siempre al rumbo del sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario