Acusación
De aquel
triste reflejo de tus ojos
surgió la inquieta mirada acusadora,
que
decía cielo aunque te adoro
me
atormenta que llegues a estas horas.
No es
que dude de ti, dicen tus ojos
ni que
sienta temor porque me dejes
no es
que puedas causarme mil enojos
ni
tampoco que de mí te alejes.
Es que
temo que tú sufras mucho
porque
hay unas con malas intenciones
que en
espera de incautos y de ilusos
buscan
al fin destrozar sus corazones.
© Ramón
Oviedo
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