viernes, 9 de agosto de 2013

Desolado




Por: Ramón Oviedo



Aves que volaban se marcharon
insectos y gusanos se habían ido
sin el exceso de calor de ese día 
pesadumbre y corazón adolorido.

En la tierra grisácea hecha lodo
el sol abrazador hacia su parte
secaba palmo a palmo lo mojado
cumpliendo su jornada de trabajo.

Quién, adivinando qué pasaba
acabara por romper ese silencio
destrozando cada nervio en vano 
mordiendo hasta sangrar los labios. 

Son las cosas del amor y de la espera
las tareas del dolor cuando penetra
del humano que sigue a sus ancestros
que repite cada paso y cada gesto.




De Mis Marixadas Reflexivas





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